La libertad de un delfín surcando a toda velocidad el mar, inspira la nueva pequeña pieza de la pianista María Parra. La risa de la felicidad, parece que acompaña siempre a esos hermosos animales cuando les vemos dar esos saltos de alegría. Dicen que su inteligencia puede compararse a la del ser humano, aunque ellos han elegido mejor. Son sociables, solidarios, viajan y parece que piensan juntos. No hay peleas en sus redes sociales. Si se escucha Dauphins sabiendo esto, no es difícil sentirse bien. Como en todas las composiciones de María Parra, abunda también el deseo de expresar que con la naturaleza no se juega, precisamente para poder seguir siendo tan juguetones como un delfín. Esa es la imagen, la que nos congratuló en los primeros días del primer confinamiento mundial de este siglo y vimos llegar a nuestras orillas, playas y puertos todas esas alucinantes especies que hasta entonces no se atrevían a mirarnos tan de cerca a preguntarnos qué nos pasaba. Los pájaros atronaban Madrid, los conejos corretearon por Barcelona, los corzos cruzaron Segovia, los delfines llegaron a Venecia, y María Parra, que buceó con ellos, hizo Dauphins.